En la tragedia moderna, uno de los elementos más destacados es la presencia de defectos trágicos, especialmente el orgullo. El orgullo, considerado como uno de los pecados capitales, ha sido un tema recurrente en las obras literarias a lo largo de la historia y sigue siendo relevante en la tragedia contemporánea.
En las obras de William Shakespeare, los personajes a menudo luchan con sus ambiciones y deseos, lo que a menudo los lleva a su perdición. Shakespeare muestra cómo la ambición en exceso puede convertirse en un defecto trágico que consume a los personajes y los lleva a cometer actos impensables.
En la tragedia griega, uno de los temas más recurrentes es el de los defectos trágicos, siendo el hubris uno de los más comunes. La palabra "hubris" se refiere a la arrogancia extrema, el orgullo desmesurado y la falta de respeto hacia los dioses, lo cual conduce inevitablemente a la caída del héroe trágico.